31.3.09

GREGOR SCHNEIDER: El artista del sexto sentido

Hoy en día con los nuevos avances tecnológicos dentro del terreno artístico han revolucionado en cierta manera la relación obra-espectador, muchas de las obras contemporáneas se han convertido en un video juego que parte y se produce en un terreno real y ficticio al mismo tiempo. El artista trata que la obra interactúe con los sentidos “comunes” a cada ser para hacerlo formar parte de la obra y sobre todo para encuadrarla dentro de un arte sensitivo propiamente dicho. Es una forma bastante fácil por así decirlo, ya que los medios nos lo ponen en bandeja, de llegar de manera directa al espectador.
Parto de este hecho para hablar de la obra de Gregor Schneider, sus obras a mi parecer, se consumen con la mirada, con la estancia en dicho espacio, pero no es la vista el sentido primordial, a través del cual el artista penetra en el espectador, o más bien deja su huella, sino que se consume a través de este sentido. Es la trascendencia de estas obras a través de la vista lo que supone un gran espectáculo, pero no un espectáculo de masas como a los que acostumbramos, sino individual, adaptado a cada individuo porque es la persona la que capta y se apodera de los sentimientos que nos intenta transmitir dicho artista. Sus obras despiertan en la persona ciertas emociones que a mi parecer suponen un sexto sentido, porque toda persona se siente en algún momento de su vida, sino en varios, sensaciones interiores tan profundas así como un ruido o un olor fuerte, que hacen cambiar la percepción del individuo y que no se considera un sentido comunitario porque según la experiencia y la configuración existencial de cada individuo se modifica. Y es muy interesante esta postura en el arte, porque una estancia asfixiante o un espacio vacío remiten a este sentido al visitante de manera tan directa como lo puede hacer una pantalla táctil o un sensor de movimiento, podríamos decir que el arte de Schneider entra en la interactividad en el interior del individuo, parte desde dentro de este.

Dejando a un lado esta cuestión de sentidos, y emociones, es importante hablar también del compromiso crítico social que tiene su obra en el panorama artístico. Sus temas arriesgados y controvertidos atraen al espectador a la vez que lo repulsa, porque haciendo referencia a su proyecto sobre “el arte de la muerte” se hace evidente esta situación, por lo que no se ha llevado a cabo todavía. No cualquier persona esta capacitada para vivir de manera tan directa la muerte ajena, aunque todos y cada uno terminamos por experimentarla, o quizá no todo el mundo desea afrontar tan directamente este hecho. Supone una dureza y una frialdad por parte del espectador para afrontar coherentemente la situación, supone una preparación previa de la que el artista se aprovecha para hacernos llegar el fallecimiento humano, con ese factor de la sorpresa y lo desprevenimiento con que juega en numerosas ocasiones. Si se entiende la muerte como parte de la vida, esta obra se calificaría de bella, pero comúnmente no se ha aceptado todavía la muerte como otro paso más sino como algo externo, algo de lo que no queremos saber, huimos de este hecho constantemente sin pensar en que verdaderamente está ahí, y aparece en cualquier momento; entonces en este caso la obra supondría una frivolidad, incluso un ataque contra la moral.
Cuando conocí el intención de este artista, lo primero que se me vino a la cabeza fue ¿por qué no habrá intentado esto antes ningún otro artista? Y ahora entiendo que es el compromiso del artista con lo que quiere contar lo que le ha llevado a proyectar esta idea como algo viable, como propuesta a la que atenerse. Una de dos, o este artista se ha vuelto loco o ha meditado tan friamente y tan razonablemente sobre el tema que le ha llevado a intentar realizar dicha propuesta, y que seguramente logrará hacerla realidad.

Las modificaciones de su casa en Rheydt me parecen una verdadera obra de arte, no solo ya por el trabajo que conlleva llevarlo a cabo y tampoco por lo que pueda transmitir al espectador dentro de este lugar, sino por el concepto de una casa dentro de otra, porque ciertamente nuestra casa, o el espacio que habitualmente habitamos es a veces no reconocido como espacio habitado, no reconocdio dentro de nuestro pensamiento, porque nos sentimos en lugar de refugiados dentro de, atrapados en, situaciones y sentimientos diferentes que cambian en cada momento de nuestar vida, o que por una u otra causa nos hace que cambie nuestra percepción del lugar.
Creo que Schneider ataca directamente este sentido del transito emocional de los espacios en nuestra cotidianidad, pero desde los sentimientos más ocultos y mas profundos de su ser, de su propia experiencia. Este concepto que maneja su obra, me interesa en especial, porque me interesa el arte del concepto, un arte meditado que esconde la esencia detrás del medio por el que se manifiesta. Aunque reconozco que de esta manera el arte se convierte en elitista, se eleva por encima de las posibilidades de cualquier individuo de a pie y se reserva para aquellas mentes cuyo sexto sentido está mas desarrollado. El arte queda reservado para el mundo del arte aún queriendo hacerlo público y teniendo que ser público, porque sin este deja de funcionar.

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